domingo, 14 de marzo de 2010

Maldita division fundamental


Como 3 horas de reloj estuvo aquella tarde Helen contándome acerca de lo desventurada que se sentía respecto su relación con Steve. Eral algo corriente: ella quería dedicarse a su carrera musical y él era (que trillado por Dios!) un cavernícola celoso. Estaba podrida y dispuesta a terminar, pues no veía un futuro posible con él. Cometió el error de pedirme mi opinión, pues luego las cosas cambiaron. Por supuesto me puse de su lado aunque también le recordé con un poco de vehemencia a debido a mi hartazgo que tenia parte de responsabilidad ya que casi sin conocerlo se había metido con él. No es sorprendente toparse con un castrador pero tampoco lo es descubrir a una kamikaze. Paradójicamente, no solo no termino con el flaco sino que se enojo conmigo.
Un tiempo parecido converse con Keira; expuso sus repetidas faltas (novio, trabajo, independencia). Sin embargo esta vez, a causa nuevamente de mi cansancio y mas frontalmente que con Helen le cante las 40. Era sencillo, esas metas no serian nunca alcanzadas si inconciente y concientemente seguía simbólicamente “enamorada” de su papa y en posición rival con su mama. Que se dejara de hinchar, que creciera, que no había dos personas iguales y que no olvidara que sus padres se habían casado porque se amaban, que luego llego ella. Juro que por dentro me arrepentí por la manera, el tono y la fuerza que utilice al hablarle. Solo que sorpresivamente, no solo me agradeció sino que comenzó a ver cambios notables en su vida por un poco de lo que le había dicho. Y yo pensaba que no me hablaría mas!

Meditando en estas ocasiones y en muchas más, concluí que el mundo se divide en dos: quienes superficialmente se quedan con la forma y los que inteligentemente perciben el contenido. Los primeros, chanchitos que se enojan infantilmente porque la margarita fue tirada desde muy alto, o de noche o porque si. Encima se dan el lujo de pisotearla! Pareciera que aunque sea oro en polvo lo que se les da, vale más su profundísima carencia de afecto, responsable también del %99.9 de sus problemas. Cegados a lo genuino, inclusive al mas desesperado intento de ayuda. Queda que aprendan luego de mil golpes o que vean que esos “gritones, agresivo, crueles” tenían razón, al ver que luego de un tiempo esas tan “insensibles” palabras se tornan una realidad. No falta el patético orgulloso que no quiere admitirlo. El tren de los maestros pasa por estas estaciones rotas pero nunca sube alguien. Que triste el devenir de los no enseñables! Además, envejecen rápido, porque el secreto de la juventud es la actitud de aprendizaje continuo. Si se detiene, llega el fin, más allá de la edad biológica o la posición económica.
Para los segundos, jóvenes eternos, los problemas son meras circunstancias pasajeras. Por supuesto que se equivocan, que sufren, pero al tener su interés centrado en la resolución de los quilombos, flexibilizan su mente para que la cabeza se abra y se agudice la capacidad de escucha análisis, búsqueda de opciones. No les importa que las palabras sean fuertes, suaves, duras, tajantes, inesperadas o delirantes. Entienden que son solo llaves que abren una multiplicidad de puertas al logro. Separan al ser de los sucesos y el ansia de superarse los lleva a prepararse para oír aun lo que no deseado. Saben lo que significa realmente “mentor”(ese que nos pone en jaque, nos mete el dedo en la llaga y nos enfrenta a nuestras contradicciones) y por eso luego pueden serlo. Es que se han animado a la experiencia, valiente acto profundo que implica el sentimiento, el cuestionamiento, la transformación.

Don, regalo, tesoro es esta capacidad! Silenciosa herramienta, acaso imprescindible, de los grandes exitosos cuyo sinónimo es humildad.