domingo, 9 de mayo de 2010

Uy, no tengo cambio!


Tres veces le pedí a Lyla tres tipos de favores diferentes: que me acompañara a comprar zapatos un sábado, que me diera una clase de baile (de eso si sabe!) y una recomendación laboral. Como no me gusta deberle nada a nadie, en lo que estuve a mi alcance me demostré diligente; contactos y oportunidades fueron mi paga adelantada. Solo que estos favores nunca llegaron. No voy a negar que me sentí súper decepcionada y con ganas de no volver a verla. Hasta que unos días después la venda se me cayó.


Una tarde entre a un kiosco a comprar unos alfajores. Agarre varios de la gondolita y me disponía a pagar con un billete grande, cuando escuche la frase que se me revelo como un axioma de la mas alta sabiduría y conveniencia.


La situación, a modo de deja vu, se repetía: una demanda no satisfecha con la consecuente frustración. A mi amiga Lyla no le había pedido alfajores sino favores, que funcionalmente representaban lo mismo. Tan alto como el valor del billete fue el grado de mi expectativa aquel entonces. Y en ambas ocasiones, el sinsabor por lo no obtenido se parecía. ¿Qué fue lo que paso? Que lo que escuche del comerciante era la respuesta explicita de aquello implícito en el interior de mi amiga. Entender el enunciado “No tengo cambio” resulto ser el camino alternativo y previsor desengaños y/o peleas interpersonales. Haber asumido que en las relaciones, conviene de antemano tener en claro que las personas no tienen cambio, es decir, que no van a ser ni a darnos lo que queremos sino lo que tienen, fue como recibir un electroshock que me despertó a la comprensión. El secreto era fácil; disminuir la expectativa para abrazar aquello que efectivamente se nos puede dar, sea lo que sea, dejando que la sorpresa se adelante y dejarnos caer…de eso se trata. Caer al infinito de la alteridad, de lo diferente, lo ajeno, lo nuevo. Seguir alimentando la propia demanda, lo único que generara es una grave disminución de la capacidad de disfrutar y que nos quedemos solos. Nadie esta en nuestra mente como para saber con exactitud lo que queremos. Hasta las palabras fallan cuando lo intentamos comunicarlo! Además, existe siempre la posibilidad de que lo que nos ofrezcan sea mejor de lo que pensamos y ni hablar de las veces que fuimos nosotros los que nos quedamos cortos!
Unos días después, me cruce con Lyla; charlamos un rato y me dio hambre. Inmediatamente ella saco un alfajor de su bolso. Me sonreí, pensando lo original que era la vida para que las enseñanzas se nos graben!

2 comentarios:

  1. Me dejaste pensando!! es bueno dar lo que uno tiene, eso también es grandeza, no es fácil!! es parte de lo que se atesora y cuando se deja escapar un poquito se pierde y se gana...!

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  2. Camarada! lei algunos de los textos, muy buenos, me gustaron. Pasar mi blog me da vergüenza (jaja) pero bueno, cuando abra el nuevo se lo hago saber.

    Suerte!

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