lunes, 30 de agosto de 2010

Equilibristas


Mujer, 50 años, separada y vuelta a casar en segundas nupcias. A pesar del dolor, no solo había rehecho su vida sino que mantenía un trato cordial con su ex. Desde el inicio de la separación, tragándose las lagrimas, había procurado que la relación de sus dos hijos con su progenitor no se viera afectada. Se prohibió hablar mal del mismo delante de ellos. Y lo había logrado. Con las hijas de su actual marido, había conseguido importantes sinónimos de aprecio. Me asombraba cada vez que me contaba que en sus cumpleaños la saludaban tanto los propios como las de su esposo y de ambos lados recibía obsequios. No creo que tales muestras de afecto no gratuitas las expresen sin un merito real estas personas laburantes.

Hombre, 30 años, oriundo del interior de Buenos Aires. Hace 7 que vive en el a Capital, trabando para mantener a su hijo, quien reside en Villa Gesell. Si, rompió con la madre, pero eso no afecto su paternidad. Cada vez que puede, respecto el dinero y el tiempo, corre a estar con el niño, además de telefonearlo 3 veces al día. Es que obedecía a su máxima de que no hay distancia si se quiere algo. Fue la buena onda con su ex lo que me llamo la atención. Ella le permite quedarse en su casa cada vez que él viaja, por el hijo que tiene en común. Si bien esta en pareja, esto no impide ayudar al padre del niño.

Al rememorar tales experiencias de vida, no puedo dejar de sentirme en un oasis. Será que los casos de separaciones, divorcios, abandonos, generalmente no tiene estos relatos. En su mayoría, solo dejan ver el egoísmo de las partes implicadas. Parecieran que de golpe se incapacitaran para pensar en quienes nada tienen que ver: los hijos. Todos nos podemos equivocar, tomar malas decisiones, errar en las elecciones. Nadie esta libre de pasarla mal. Por supuesto, cada caso es único y algunas situaciones, dificilísimas. Solo que estos dos vasos de agua (confiemos que sean mas) denuncian que si se puede. Es posible, en medio del dolor alcahuete de la responsabilidad, caminar al filo de la cornisa y no caer. Es posible hacerse cargo, sin buscar culpables ni manipular. Es posible, al fin, dar vuelta la pagina de nuestra historia y ser transformados por la experiencia. Aprender es la gran revancha. Correrse del epicentro y mirar alrededor. Aceptar los hechos y preservar a los inocentes. Seguir amando es la salida. Nos remite a otros.

Debo confesar que admiro a estos equilibristas. Caminan al borde del hilo de sus vidas, entre el pasado y el presente…pero siempre avanzando hacia el futuro. Y con un coro de agradecimiento de fondo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Bajo tierra


Era mucha la preocupación de mi amiga Milva. Junto a su marido, controlaban todo el tiempo cada movimiento de la vida de su hijo Jano. El joven, de 21 años, se estaba “rebelando”, según me contaba. No se trataba aquí de vicios, malas compañías o modas ridículas. Estudiaba marketing a nivel privado y quiso trabajar al mismo tiempo. Tanto para mancarse los estudios como para comenzar a independizarse. Su novia, una chica algo madura, lo animaba a valerse por si mismo y esto aterrorizaba a sus padres. Dentro de su fortísima familiar-endogámica, cualquier indicio de desprendimiento de algún miembro, aterraba al resto de los integrantes. Como si la autogestión, el crecimiento, con la consecuente partida, amenazaran el mantenimiento de lo establecido. Su madre, al compartirme sus angustias, tenia miedo de un efecto domino. Algo así como que si su hijo trabajaba y estudiaba, poco le faltaría para querer irse a vivir solo y no consultarles nunca más nada. Como si al perder el control paterno, el muchacho elegiría, decidiría y viviría automáticamente de la peor manera. Por supuesto, no era su intención subestimar a su hijo, sino retenerlo en esa casa ideal, donde seria un niño para siempre. Y ella, junto a su esposo, eternamente jóvenes. Y así, la relación matrimonial esquivaría las crisis. Y también, porque no, no sentiría soledad ni se tendría que enfrentar a lo desconocido de los cambios de etapa. Además, ninguna chirusita liberal le lavaría el cerebro a su nene!
Debo confesar que al inicio de su relato, por dentro me horrorice. Sabia que los hijos son hermosos reflejos narcisistas para los padres y al mismo tiempo, piezas perfectas que encajan en su alma incompleta. Pero nunca sospeche hasta que punto los padres podrían cosificar a sus niños, reduciéndolos a simples objetos de pertenencia indiscutida. Me dio cierta pena que el lugar común de los hijos sea el del sentido de la vida de sus padres! Si supieran los daños que les generan!
Respire profundo y esboce lo que pude. Su Jano era un bello árbol en crecimiento. Sus frutos seguramente serian buenos, muchos encontrarían en el refugio y sombra. Y a pesar de sus tropiezos, nunca caería, a causa de sus raíces bien fundadas. Ellos, como sus padres, las habían colocado allí, a través de la educación y el amor con que lo habían criado. Muchas ideas, decisiones, elecciones, podrían posarse en sus ramas, pero nunca reemplazarían a lo que esta bajo tierra, en lo profundo y forma parte de la identidad, del cuerpo, del corazón.
Quizás solo necesitaba confiar mas en su excelente trabajo.

domingo, 8 de agosto de 2010

Penes?


Hacia un tiempo que Solana conocía a Mark. Eran algo así como conocidos; ella llevaba 10 años estudiando canto. Él, era un aficionado que apenas entonaba. Por pura casualidad, se encontraron en una grabación de tangos organizada por un amigo en común. Con el tedio y la repetición que eso implica, pudieron terminarlo y quedo bastante bien. Sin embargo, al terminar este proyecto, Mark se ocupo de desparramar entre otros conocidos en común el comentario de que Solana había necesitado más de 10 repeticiones para que le saliera bien. EL propósito de tal divulgación, ella nunca lo supo cuando se entero.
Lana era una bailarina excelente; gracia, naturalidad, expresión. En fin, un lujo. Mucha era su preparación técnica, detrás del sentimiento que la desbordaba. Luego de una deslumbrante muestra, a su director le llovieron mails de felicitaciones y reconocimientos para ella. Aun así, él nunca se los paso ni les comento nada de los mismos. Yo lo concia y sabia que no era la primera vez que callaba los elogios que no le pertenecían.
Con solo 13 años a Caty le encantaba el folclore y se iniciaba el en la percusión. Se pasaba las tardes tocando el bombo. En la fiesta del 25 de mayo, varias bandas concurrieron a su escuela para alegrar la tarde. En medio de una chacarera furiosa, ella diviso un bombo legüero en un costadito…solo y esperando a ser tocado. No dudo, y se sumo a la música, repiqueteando con alegría. El publico al instante la acompaño con aplausos. Pero apareció el dueño del instrumento y se lo saco, impidiéndole así terminar. Y ni siquiera continuo él.
Si bien mis amigas al tiempo elaboraron tales decepciones, más allá de la bronca o impotencia, a las tres les quedo una pregunta. No es novedad que ente minas podemos llegar a sacarnos los ojos, que competimos, que nos comparamos (como si fuéramos iguales!), que nos criticamos sin piedad…pero cuando tales actitudes las vemos en hombres, es como extraño.¿Que lleva a estos tipos a portarse como nosotras? No lo se, solo intuyo que no se trata de la mera tristeza por un talento que no se “tiene” sino mas bien por algo que no se “es”. Cobardes! Ahora pueden casarse! Ojala sirviera esto para que no molesten a las demás!