domingo, 20 de diciembre de 2009

Tercer y último Mosquetero (Al Fin!)


Como si me faltara acción, un año mas tarde conocí al tercero; era el dueño de una fabrica en la que entre como telefonista para luego encargarme de las compras industriales. Debo reconocer que su trabajo fue más fino, puesto que dure 2 años allí.



A simple vista, parecía inofensivo. Me enseño todo para que pudiera trabajar autónomamente, podíamos hablar siempre con la mejor onda e inclusive, me consideraba como “una hija”. Todo color de rosa, pero el tiempo pasaba, mis tareas aumentaban, sus beneficios crecían gracias a mí y mi salario era exactamente igual. Se manejaban con el mínimo del convenio, me decía como resguardándose, olvidando que era solo eso: el mínimo. Para que no me fuera, se encargaba todos los días de elogiarme, de tirarme palabras aduladoras, muestras de confianza e interés. Para él, yo era la mejor, la mas eficiente, la mas capaz; confiaba tanto en mi que hasta me compartía asuntos familiares, personales, … así me amarraba sutilmente en mi corazón con el mas invisible de los lazos (la ternura), el cual escondía el mas sucia manejo, y respondía a uno de los males que mas tememos los empleados: la explotación.



La cosa llego a su fin cuando empecé a averiguar cuanto estaban pagando en el mercado por empleos similares. Literalmente me quería matar! Chicas con muchísimas menos tareas y sin mi manejo de ingles, me superaban hasta en un %75 en el sueldo.
Más que embroncarme, me dolió profundamente descubrir su manoseo a través de su buen trato; vislumbrar como con su amabilidad y compañerismo solo había prolongado la injusticia, el abuso. Fue como un puñal por la espalda, amen de sentirme una inocente tarada. Me descoloque tanto que ni fuerzas me quedaron para combatirlo; sabia que si lo enfrentaba, las palabras no me saldrían porque solo podría llorar como una idiota. Mi pequeñísima venganza fue renunciar de un día para otro sin previo aviso. Y ni siquiera me hizo sentir mejor, porque me entere que tomo a otra persona, casi sin experiencia, pagándole un %50 mas de lo que me daba a mi. Que hijo de puta hay que ser para actuar así con quienes te llenan el bolsillo! Cuanta mierda habrá en alguien que utiliza el afecto para manipular! Y cuan atentos debemos estar, pues se han multiplicado las inseguridades; ya no se trata de que te exploten, humillen o estés en negro…se agrego a la lista el hecho de que te violenten el alma. A veces pienso que los anteriores, en toda su patología, se mostraban de frente; éste me la jugo de atrás.


Solo me queda decirles a mis futuros jefes que si no pertenecen a los perfiles de estos mosqueteros, quizás tengan la mala suerte de pagar deudas ajenas; que ya no me interesa dar lo mejor de mi a ninguna empresa, que tengo puesta mi camiseta y que jamás me podrían pagar lo que valgo; que si algo aprendí es que si no me cuido yo, nadie lo hará. Y que uno se debe volver mas forro que los forros para sobrevivir. De todas maneras, sigo atenta, mis experiencias no me hacen inmune…porque estoy en Argentina, el país donde todo es posible y porque los mosqueteros en realidad son 4.

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