domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi hijo, el sustituto


Cada dia que pasa, creo mas que no existe la normalidad; o que en todo caso, no la categoría estándar que nos señala el sentido común.


-Clotilde tenia un pasar económico bárbaro. Co-fundadora de una fabrica junto a su marido, siempre me preguntaba porque se empeñaba en seguir trabajando administrativamente, pudiendo disfrutar de su reciente nieto. Superficialmente, cualquiera pensaría que era una trabajolica pero ella se defendía argumentando que como dueña debía estar presente. Podría ser entendible en un primer momento, aunque mis dudas se aclararon al conocer a su peor es nada. Pende viejo, gatero, seductor y "simpático", no dejaba títere con cabeza...obviamente títeres jóvenes que le hicieran creer que él aun lo era. Ella, que no era tonta, lo sabia perfectamente y aun así, lo aceptaba. No es raro que en culturas machistas como las latinoamericanas, las mujeres soporten lo insoportable. La pregunta que circulaba, implícita, era porque aceptaba semejante humillación, además de su obsesivo trabajo administrativo. La respuesta llego cuando conocí a uno de sus hijos. Fabio estaba casado y la había hecho abuela; pero Rubén, siendo mas chico, transitaba el común estado de los jóvenes que no quieren crecer y que evaden todo tipo de responsabilidad. Lamentablemente, no podemos culparlo.


El muchacho solo era un producto de la decepción de su mama. Ella se había ocupado de malcriarlo de una manera que si la detallo, quizás no me creerían. Y había generado que este no niño ni pre, sino casi hombre no supiera que cuernos hacer con su vida. Es que no tenia que ser esto una preocupación; su mama le proveía absolutamente todo. Y cuando digo todo es todo: ropa, viajes, alquiler, electrodomésticos, larguísimas compras en supermercados e inclusive, efectivo para lo que luego descubrí que era droga. Obviamente, todo cubierto con un manto blanco y puro de su supuesta maternidad responsable; lo único blanco en todo esto era el color de la sustancia que Rubén consumía!. ¡Si pudiera entender que este continuo acoso era el verdadero causante de la adicción del chico! Aunque lo vislumbrara, jamás cambiaria de actitud pues a falta de maridos, parece que buenos son hijos. Ojo! Nada de lo que le daba era gratuito; a cambio, esperaba que su hijo la valorara, la validara, la respetara, la tuviera en cuenta, le dijera palabras lindas, la reconociera...como tendría que hacer su marido.


No es la primera historia que he vivido de cerca, donde ciertas mujeres toman a sus hijos como sustitutos. Y siguen soportando lo insoportable, defendiendo lo indefendible, esperando lo inesperable. Lo que lamentablemente no ven es que fabrican monstruos, no hijos, porque cuando los roles se cambian, las consecuencias pueden ser nefastas. Nuevamente, un escape de la realidad penosa a través de una sustitución imaginaria. Otra vez, la cobardía comandando la razón, para que esta no nos recuerde que tenemos parte en nuestro dolor. Muchos decían que no se separaba ni enfrentaba al marido por los bienes económicos; yo pude ver mas de cerca y comprender que si estamos bajo el imperio del "mal establecido", la tirana necesidad decretara cambios que seguramente haremos, aunque el precio sea la vida. De cuantos infiernos podemos librarnos si nos hacemos cargo...

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